Todo empezó cuando yo estaba en cuarto de primaria, no me gustaba leer. Un día llegó a mis manos el primer libro de la saga Harry Potter, yo no quería leerlo pero curiosamente dicho día tenía que hacerme las pruebas de la alergia y como me aburría en la sala de espera comencé a leerlo y me enganchó. Tardé una semana en terminarlo.
Más tarde, en navidades, me regalaron el segundo. Recuerdo que la alegría que sentí fue inmensa. Con este libro pasé miedo cuando Harry escuchaba la voz del basilisco, mi imaginación me jugó una mala pasada. Tardé en leerlo ocho días.
El tercero lo compré yo, ahorré el dinero necesario y lo compré. Recuerdo que ansioso con poder leerlo me corté con sus páginas. Tardé unas tres semanas en leerlo.
El cuarto libro también lo compré yo, me costó más leerlo, no sé, me pareció un poco aburrido, creo que fue por el momento del baile pero cuando lo terminé cambié de opinión.
El quinto libro. Fui a comprarlo un día de lluvia, iba en bici a la librería y cuando volvía a casa un pájaro me cagó encima, menos mal que no ha caído encima del libro, bromeé con K.
El sexto me gustó, pero alguien me jodió el final. De todas maneras fue emocionante leerlo, y sobre todo la intriga de saber cómo murió Albus.
El séptimo, el ansiado final. Quedé absorbido por el libro. Apenas tardé cuatro días en leerlo. Estaba en el ordenador y leía. Fue la primera vez que hacía los deberes del instituto en el día para poder leer con total tranquilidad. Cuando acabé derramé lágrimas de alegría.
Debo dar las gracias a J.K. Rowling por engancharme a la lectura.
Todo esto viene a que llega el final de Harry Potter versión películas. Aunque algunas no han sido tan espectaculares como los libros. La última promete y el fin comienza.
La infancia siempre vuelve por muy mayores que nos hagamos.
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