Alex era un chico de siete años, no podía ir a la escuela porque estaba muy lejos de su hogar. Ayudaba a su padre en las tareas del campo, cuidando de los manzanos, unos árboles tortuosos repletos de delicadas manzanas verdes que Alex tomaba en cada comida.
Un día Alex fue al pueblo a hacer varios recados. Su padre le dijo que no se retrasara mucho (pero, como suele ocurrir en casi todos los relatos, llegó tarde). Regresó a casa al anochecer y cuando se dirigía al salón, al pasar por el dormitorio, vio a su padre en el suelo. Se acercó asustado a su cuerpo inerte, se abrazó a él y lloró desconsoladamente hasta que se quedó dormido junto a él. Cuando despertó, lo miró y vio que en su mano había una nota…
Años más tarde, su suerte había cambiado. Tenía un buen empleo, una buena casa. Un día tuvo una sensación muy rara y sintió un extraño impulso. Salió y se dirigió hacia la plaza. Allí vio una pequeña frutería y en un enorme cesto de mimbre junto a la puerta estaban unas delicadas manzanas verdes que le hicieron recordar por un instante su infancia. Compró algunas y regresó.
Sentía un ligero temor que no era capaz de comprender. Mordió una manzana… De repente todos los recuerdos de su infancia llegaron a su mente, recuerdos en los que aparecía su padre. Las lágrimas recorrieron sus mejillas. Después de tanto tiempo comprendió el significado de la nota que le dejó su padre…
Enhorabuena por llegar a la final, Marx :)
ResponderEliminarEnhorabuena!
ResponderEliminarEnhorabuena, pero ten cuidado con los premios. Ante todo sé humilde porque sólo desde la humildad se obtienen los mejores.
ResponderEliminarBss. K
te he nominado a una cosita
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